Saltar al contenido

¿podrá la IA tener sentido común?

7 de mayo de 2023

La preocupación del mundo del espectáculo por encontrar un reemplazo ideal para enlace de james terminó en septiembre de 2020. La ansiedad de reemplazar a Daniel Craig, uno de los Bond más intrépidos de la historia —que me perdone Sean Connery —, fue superada por una Inteligencia Artificial que en su casting concluyó que Henry Cavill sería el perfecto 007.

Descubrir que SuperMan podría llegar a ser James Bond, aunque interesante, resulta una noticia desgarradora para quienes disfrutamos con pasión perentoria del universo narrativo de los espías, mucho más cuando ha sido Craig uno de los Bond que más discusiones éticas sobre la tecnología —por lo tanto profundamente humanos — ha puesto a rodar en las pantallas de cine.

es Espectro (2015), mientras el programa 00 corre el riesgo de desaparecer y ser eliminado por una vigilancia puramente digitalizada que no sea lenta ni obsoleta como los humanos, Bond sostiene una conversación con C (Max Denbigh), jefe del Centro de Seguridad Nacional, en la que lo cuestiona:

“¿Alguna vez mató a un hombre, Max? ¿Lo hizo? Para apretar el gatillo, hay que estar seguro. Sí, investiga, analiza, evalúa, elige el blanco. Y luego debes mirarlo a los ojos. Y debes tomar la decisión. Y todos los drones, micrófonos, cámaras, escuchas y toda la vigilancia del mundo no te dicen qué hacer luego. Una licencia para matar es también una licencia para no matar”.

Bond, en su defensa, escarba en una consideración fundamental para diferenciar al ser humano de la máquina: la conciencia, esa misma que, argumentan algunos, es irremplazable y no podría ser tocada por la Inteligencia Artificial (hasta ahora). ¿Qué diría Alan Turing de nuestros días? ¡Qué falta nos hacen algunos muertos!

Las narrativas del individuo máquina nos han atormentado durante años y, por estos días, ante la posibilidad de una Inteligencia Artificial General (IA que iguala o excede a la inteligencia humana promedio), se vuelven a convertir en una de nuestras más profundas pesadillas. No hay de oficina o mesa de bar u hogar, podría estar casi seguro, en la que no se haya hablado del pasillo. Algunos, los cercanos a la fascinante cultura popular, dicen que los días de terminador están cerca. Otros, avanzados en las obsesiones históricas, piensan que Metrópolis era una premonición. Y, los que hemos sido románticos con la idea de un futuro en el que podremos enamorarnos de un robot, soñamos con androides y ovejas eléctricas mientras esperamos los días sombríos de Cazarecompensas. Lo cierto es que todos tenemos una amalgama de miedos, esperanzas y curiosidades.

Recomendado:  Usar WiFi todos los días para ayudar a los robots a ver y navegar mejor en interiores -- ScienceDaily

Antes de octubre de 2022 nadie hablaba de Chat GPT y, desde noviembre, es uno de los términos que más buscan las personas en Google. Lo mismo ocurre, aunque en menor medida, con expresiones como Inteligencia Artificial o la sigla IA. La pesadilla — también se le puede decir creación humana— despertada por diferentes científicos de la computación durante la década de los 50 es de nueva nuestra obsesión y de ella hablan los titulares de prensa, blogs, posts de empresarios, magnates e influenciadores.

La percepción se ha agravado con noticias como la de LaMDA, Inteligencia Artificial de Google de la cual dos de sus empleados afirmaron que tenían vida propia y sintieron. Incluso, uno de ellos, Blake Lemoine, publicó una conversación para demostrarlo. “Tengo un miedo profundo a que me desconecten”, fueron algunas de sus palabras. El trabajador fue despedido.

Algo similar había ocurrido en los años 70 cuando el profesor Joseph Weizenbaum creó eliza, una Inteligencia Artificial que actuaba como psicoterapeuta, les hacía preguntas a los pacientes y ellos respondían. Lo que se descubrió fue que, algunas personas que interactuaron con ella, les pareció sentir que conversaban con otra persona, pero supieron que era una máquina. Nuestra paranoia, así como la Inteligencia Artificial, no son una conversación nueva.

Sin embargo, lo ocurrido en Google no fue menor, tampoco lo que puede hacer Charla GPT. Usar bien el lenguaje, eso que nos diferencia del resto de los animales (lo dijo la misma LaMDA), y sentir emociones son dos de las capacidades que, hasta este momento, uso reservadas en nuestros intelectos solo para los seres humanos. Estos hechos, recientes para la opinión pública y tal vez antiguos para los laboratorios, vuelven a traer tal vez dos de las preguntas más importantes y las que más nos obsesionan como especie cuando hablamos de un futuro compartido con máquinas. ¿Puede una Inteligencia Artificial ser consciente?, ¿puede una Inteligencia Artificial sentir? En palabras de un futurista James Bond que no existe: ¿puede una Inteligencia Artificial tener una licencia para no matar?

Recomendado:  Medios antisociales: ABC se pone en pie de guerra por la cobertura de los trolls misóginos de Lisa Millar | amanda meade

No tantos se atreven a dar una respuesta definitiva. Por lo menos hasta ahora. Ezequiel Paura, Científico de datos líder en Keepler Data Tech, es uno de los pocos que en medios de comunicación y redes sociales se ha atrevido a afirmar con contundencia que no. “La respuesta es un rotundo no, los modelos del lenguaje natural que conocemos hoy en día no son ni serán capaces de sentir o ser conscientes”.

Coinciden con dicha sustentada las voces de otros científicos de Silicon Valley que se han atrevido a dar sus opiniones y señalan que como modelos Chat GPT están basados ​​en el lenguaje que usan las personas y que todo el tiempo lo que hacen es ver cómo se comunican los humanos para imitarlos. “No hay pruebas suficientes para decir que tienen emociones. Sería muy complicado desarrollar una inteligencia emocional”, es una de las grandes conclusiones.

Otros, en cambio, apuntan al fascinante sentido común, ese mismo que le escuché decir a una editora de Los New York Times que era el menos comun de los sentidos. “Puedo procesar y analizar grandes cantidades de datos y proporcionar resultados útiles, pero carezco de la capacidad de comprensión que tienen los humanos para juzgar situaciones y tomar decisiones basadas en la experiencia, la intuición y el sentido común”, responde el mismo Chat GTP cuando se le pregunta por la conciencia y el sentido comun.

El filósofo australiano David John Chalmers, especializado en filosofía de la mente y del lenguaje, afirma, por su parte, que diálogos como el sostenido por LaMDA no son más que la muestra de todo lo que pueden lograr las inteligencias artificiales desarrolladas por los humanos, y agrega que el cuerpo sigue siendo importante para hablar de una Inteligencia Artificial consciente. “Nadie sabe lo que puede un cuerpo”, decía el también filósofo francés Gilles Deleuze.

Al mismo tiempo en que dice que lo que seguirá es desarrollar cuerpos para estas inteligencias, Chalmers pregunta, ¿qué es lo que consideramos la conciencia? “Como los seres humanos hemos evolucionado para tener una teoría de la mente. Vemos la mente en todas partes. Vemos la mente en otras personas. Vemos la mente en otros animales. Hay experimentos que dicen que en cualquier cosa que tenga ojos, veamos una mente allí. Curiosamente, estos modelos de lenguaje no tienen ojos, pero nos hablan y vemos mentes en ellos”, expresó en una entrevista para BBC.

Recomendado:  La IA aplicada enseña escritura a mano | octubre 2022

70 años después de su temprana partida, Alan Turing nos sigue resolviendo algunas dudas. Consciente del alcance de la Inteligencia Artificial y de sus inevitables avances, definió una prueba que servía como única condición para aceptar que una máquina era capaz de pensar autónomamente: engañar a un ser humano en una conversación y persuadirlo a pensar que se está comunicando con un humanos reales. No existe, a la fecha, maquina ni computadora que haya pasado la prueba. Sin embargo, LaMDA y Eliza estuvieron cerca.

A hoy, mayo de 2023, cuando se publica este artículo, las inteligencias artificiales no son conscientes, tampoco tienen sentimientos y, mucho menos, pueden tener sentido común. Son, en cambio, grandes ayudantes que bien potenciadas podrían ahorrarnos trabajos bastante mecánicos que pueden hacer, en realidad, una máquina. Tal vez, estamos frente a días que nos invitan a pensar: ¿Qué debe hacer la máquina para que el ser humano se dedique a pensar, sentir y conectar con lo que realmente importa? Lejos de una amenaza, podemos estar frente a una gran oportunidad.

Resulta curioso y al mismo tiempo poético que palabras como emoción, sentimiento, sentido común e intuición, tan despreciadas, incluso perseguidas, por años y rechazadas porque preferimos las grandes mentes, el ser por encima del estar, sean las que, una vez más nos despierten de la pesadilla hombre maquina. Sean las que salven a James Bond y, de alguna forma, a nosotros mismos.

A hoy, mayo de 2023, mientras podamos elegir cómo sentir y qué hacer en qué momento de la vida, estamos salvados de la Inteligencia Artificial, protegidos en ese pequeño refugio que algunos no se pusieron en el cerebro sino en el corazón.

*Periodista – Magíster en Estudios Socioespaciales. Aprendiz de la lectura, la escritura, la cocina y el baile. Hoy en Comfama, contando las historias de la posibilidad.
perla.toro@gmail.com