El mercado del arte se ha encaprichado recientemente con las obras generadas por inteligencia artificial. (Créditos: Miriam Doerr Martin Frommherz / Shutterstock)
TEl concepto de «máquinas creadoras» no es nada nuevo. Pero el mercado del arte se ha encaprichado recientemente con las obras generadas por inteligencia artificial. Uno de ellos, titulado «Retrato de Edmond de Belamy», incluso se vendió por 432.500 dólares en Christie’s en 2018. Esta pintura fue creada por una máquina que imitaba la inteligencia humana, que el colectivo francés Obvious había entrenado usando más de 15.000 retratos pintados entre la Edad Media. y el siglo XX. Pero, ¿podemos decir que la inteligencia artificial es un artista por derecho propio? No para las autoridades americanas. La Junta de Revisión de Derechos de Autor de EE. UU. dictaminó recientemente que una obra de arte debe ser necesariamente el producto de una mente humana para estar protegida por derechos de autor. Esta decisión sigue a una solicitud de Stephen L. Thaler, presidente y director ejecutivo de Imagination Engines, Inc.
El científico inició trámites administrativos en 2018 para que se atribuyan los derechos de autor de «Una entrada reciente al paraíso» a una inteligencia artificial que inventó. Según documentos oficiales, Stephen L. Thaler afirma que la obra «fue creada de forma autónoma por un algoritmo informático que se ejecuta en una máquina», sin intervención humana.
Acercando las máquinas a los humanos
Pero la Junta de Revisión de Derechos de Autor de EE. UU. se ha negado a asignar los derechos de autor de «Una entrada reciente al paraíso» a esta inteligencia artificial. La organización argumenta que esto violaría los principios básicos de la ley de derechos de autor, que establece que todas las creaciones deben ser producto de una mente humana. «Thaler debe proporcionar evidencia de que la Obra es producto de la autoría humana o convencer a la Oficina de que se aparte de un siglo de jurisprudencia de derechos de autor. No ha hecho ninguna de las dos cosas», se lee en la decisión oficial. Este caso reabre el debate sobre el papel de la inteligencia artificial en la creación artística. El aprendizaje profundo permite que las máquinas aprendan por sí mismas. Las GAN (Generative Adversarial Networks) se basan en una gran cantidad de datos para generar nuevas creaciones, una técnica que hace que algunos científicos se pregunten si esta podría ser la clave para proporcionar a las máquinas la misma calidad «humana» de la imaginación. A los investigadores de la Universidad del Sur de California les gusta pensar que sí. Llevan varios años trabajando en un algoritmo capaz de diseñar nuevos objetos con diferentes atributos. Los científicos utilizaron el concepto de «desenredo» para permitir que la máquina generara imágenes novedosas a partir de numerosas muestras visuales. La inteligencia artificial utiliza las características que ha observado en las diversas imágenes analizadas para realizar una «síntesis controlable de imágenes novedosas» y así crear nuevas composiciones nunca antes vistas. Los investigadores dicen que este proceso de extrapolación se acerca más a lo que se conoce como imaginación, aunque todavía queda camino por recorrer antes de que la máquina reemplace al artista.
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